martes, 13 de noviembre de 2018

7ª reflexión: Lo mío son las ganas de sufrir.

O al menos así lo parece en una primera impresión. Me digo a mi misma que es solo una impresión, que realmente a nadie le gusta sufrir de a gratis y sin razón; intento convencerme de ello y, lo mas sorprendente, es que a veces funciona.

Luego tengo días como el de hoy y, en quince segundos, todos mis esfuerzos se van a la mierda. Vuelvo a preguntarme, ¿cuál es la necesidad? ¿Por qué sufrir de a gratis? Pienso en mi empleo anterior, en lo mucho que llegó a desagradarme... pero también lo mucho que llegué a apreciarlo a fuerzas de tener que hacerlo todos los días. Lo contrasto con lo que estoy viviendo ahora que, finalmente, me encuentro cursando la segunda maestría, en Québec y en francés, y me preguntó: ¿Cómo para qué?

¿Cual es el objetivo último de cursar una nueva maestría? ¿Acaso no renegué y abjuré de la vida académica hace un año? ¿Acaso no prometí que nunca mas me iba a dejar llevar por esa proto fascinación que la academia ejerció sobre mí por allá de 2012? ¿Acaso no aprendí nada en este año que estuve trabajando y no toqué un sólo libro de filosofía? ¿De donde, explícame, te vienen esas ganas de sufrir de a gratis? 

Todo eso me pregunto en momentos como esté, en los que mi voluntad de continuar con los estudios de verdad que se pone a juego. Supongo que en el fondo no son mas que ganas de ver el mundo arder, de mostrarle a alguien (¿a quién?) que en el fondo si soy capaz de sacar adelante un proyecto profesional de este calibre, que si puedo ser una académica... si eso es lo que quisiera llegar a ser. Tal vez esa necesidad de validación es lo que me empuja a continuar con este teatro. Vaya. El simple hecho de que piense mis esfuerzos académicos como un "teatro" revela bastante acerca de la fuerza de mis convicciones respecto a los mismos, ¿no crees?